miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nono

Deja de buscar y encontrarás, me dijo una voz interna hace tiempo. Al principio, ni yo mismo entendía qué quería decirme pues soy un convencido de que el destino no está escrito ni todos los caminos construidos, sino que uno mismo lo escribe y, como decía Serrat, se hace camino al andar. No entendía cómo al abandonar la tarea podría de manera providencial simplemente aparecer ante mi o siquiera mostrarse a mi alcance. Me costaba -aún ahora- creer que debía de olvidar el tema, sacarlo de los pendientes y enfocar mi atención en otras asignaturas que también requerían mi atención. Incrédulo y sin ninguna expectativa, decidí hacerle caso a esa voz que cada vez hablaba más cerca del corazón que del oído: al fin y al cabo, pensé, la búsqueda frenética no ha dado resultado alguno, así que estoy en el mismo punto que estaría sin hacer nada. 


Y de pronto, una tarde, apareciste. De la forma más inesperada y sin aviso previo, sin buscarte ni afanarme, estabas ahí, frente a mi. Se cruzaron nuestras miradas tan sólo un instante y supe que eras tú, que no había nadie más. Entendí entonces que la búsqueda no tenía sentido porque en realidad no se busca, se encuentra. Entendí de súbito que buscando ponía al frente un cúmulo de expectativas, formas, aspiraciones y deseos. buscando ponía formas, colores y hasta aromas que, al no estar, sólo generaban frustración y decepción. Entendí también que dejando de buscar, me abrí a un mar de posibilidades, a dejarme sorprender y descubrir juntos. Y entendí por fin, que si nos encontramos, es porque podemos escribir las siguientes lineas de esta página así, juntos. La pluma está en nuestras manos. Sangre de tinta, piel de papel.