lunes, 5 de septiembre de 2011

El valor de los hábitos

Somos lo que repetidamente hacemos. La Excelencia, por tanto, no es un acto, es un hábito, dijo Aristóteles. Y para vivirlo, digo yo: Si queremos vivir en un país seguro y protegido, debemos criar a nuestros hijos y sociedad con el ejemplo, para actuar de forma honesta, ética, respetuosa y comprometida y que esto sea nuestro hábito más importante. De lo contrario, no tendremos éxito en el desafío de hoy contra la delincuencia que nos aqueja.

No podemos seguir viviendo una doble moral, demandando como sociedad, por un lado, mayor seguridad en las calles y negocios, mejor educación en las escuelas, buenos servicios de salud, incrementos salariales constantes y demás condiciones de primer mundo, cuando en casa toleramos y hasta fomentamos el consumo de piratería, dar mordida para evitar pagar una multa o ir a la delegación, pasarse la luz roja, callar cuando nos dan cambio de más en la tienda, salir sin pagar en comercios y demás interminable lista de acciones que ponen en entredicho la solidez y congruencia de nuestros valores.

¿Cómo exigirle a nuestros hijos respeto cuando no les damos el ejemplo correcto? ¿Cómo pedimos a las autoridades mayor seguridad si nosotros mismos les ofrecemos dinero para no cumplir con nuestra obligación ciudadana de respetar leyes y reglamentos? ¿Cómo pedimos una economía sana cuando hacemos robo hormiga llevándonos de la oficina papelería o artículos de trabajo que no son nuestros en realidad? ¿Cómo tenemos el valor de quejarnos de nuestras malas condiciones si condenamos a quien tiene el valor de expresarse?

Gandhi nos regaló una lección de vida que no hemos querido aprender: You must be the change you want to see in the world... (Sé el cambio que quieres ver en el mundo): si queremos que cambien las lamentables condiciones en las que se encuentran nuestro país, nuestra gente, nuestras familias, tenemos que empezar por cambiar nosotros, ser eso que queremos ver en México y hacer de ello un hábito. No encontraremos afuera lo que no tenemos, primero, dentro de uno mismo.