jueves, 24 de mayo de 2012

Decisiones

Cada minuto de la vida esta lleno de decisiones. Desde el momento mismo en que despiertas por la mañana, empieza la tarea diaria de decidir tu siguiente paso: ¿cinco minutos mas o ya es hora de levantarme? ¿iré al trabajo o no? ¿primero el baño o el desayuno? ¿la camisa blanca o la azul? ¿los zapatos de agujeta o los mocasines? Nuestro día se llena de experiencias y sensaciones, aprendizajes y lecciones, pérdidas y ganancias; todas ellas producto de esos breves instantes en que nuestro cerebro optó por una u otra de las opciones que frente a nosotros se van apareciendo. Y cada una de esas apariciones suele ser producto de las anteriores decisiones.

A medida que avanzan los minutos y las horas, nuestras emociones van cambiando, ya sea de una alegría o satisfacción casi eufórica o, incluso y contrario, una pesadumbre al sentir que el día es digno de archivarse en la caja fuerte del olvido. Pues si, esas emociones también son producto de nuestras decisiones (y no las de otros, al menos en la mayoría de los casos).

Cada decisión que tomamos tiene consecuencias innegables, positivas, negativas o neutrales. Estas consecuencias son el alimento de las emociones, las nutren, las llenan de energía y las llevan hasta lo más profundo de nuestras reacciones para de una forma u otra manifestarse explosiva o silenciosamente. 

Así pues, procuro y me esfuerzo por que la primer decisión que tomo en el día, aun antes de levantarme o decidir el color de la camisa es "¿cómo quiero que sea mi día HOY?"