lunes, 2 de noviembre de 2009

Muerte

Es curioso cómo viviendo en una cultura que venera, añora e, incluso, se mofa y reta a la muerte, con celebraciones llenas de música colorida y colores estruendosos, es curioso decía que en esta cultura nos cueste tanto trabajo hablar o pensar siquiera en la propia muerte. Podemos pensar en nuestros muertos e incluso ignorar o hablar fríamente de los muertos de otros como si fueramos un noticiero tétrico, pero se nos eriza la piel y las ideas cuando nuestro fallecimiento (que fea palabra, por cierto) se cruza como idea fantasmal en nuestras mentes frágiles.

En la radio escuché un programa hablando de la "previsión a futuro", como elegantemente los mercadólogos llaman al hecho de adquirir para uno mismo un "PaqueteMueras" (féretro, velorio y demás servicios requeridos ante lo inminene de la muerte), y me llama la atención descubrir que muy pocas personas, y mucho menos los jóvenes, están dispuestos a pagar un servicio a futuro como éste, no tanto por la falta de $$, sino por la renuencia a pensar en nuestra "ausencia permanente", según escuchaba otro término elegante y maquillado para no llamar a la muerte por su nombre (¿cómo se llamará?).