jueves, 5 de noviembre de 2009

Cavernícola

"¿Qué te pasa?", preguntó ella. "Nada", conestó él. En la mente de ambos una vorágine de pensamientos disonantes llenos de suposiciones y miedos claroscuros comenzó a girar en un estruendoso e incómodo silencio que separó sus miradas y de paso reprimió un ligero roce de manos, ahogándolo en un cerrar de puños.

Ella sabía -o creía saber- que algo estaba mal, que la expresión del rostro adusto de aquél, su tono de voz que se escuchaba media octava más grave, el pequeño tamborileo de sus dedos y su mirada baja, como extraviada, significaban que algo no estaba bien, que existía un problema y que él no la estaba haciendo parte de él. O peor aún, que el problema podría ser ella y él no se atrevía a decírselo. Pero ¿qué podría ser? ella se preocupaba todos los días por complacerlo, por llenarlo de atenciones a un grado que otras pensarían que exageraba: tenía su ropa limpia, la comida lista, la casa aseada y a los chicos impecables, para que él no moviera casi ningún dedo al llegar. Tanto se ocupaba de él, pensaba, que hasta de ella misma se estaba olvidando, "¡claro!", se decía "soy casi su esclava, pero no es para compartir conmigo lo que le pasa o decirme si algo estoy haciendo mal" pensaba mientras comenzaba a tener una sensación de enojo. No paraba de cuestionarse por qué aquél hombre al que le dedica horas incontables de atención y esmero, no era capaz de sincerarse y platicar con ella, de compartir sus sentimientos, de abrir su caparazón de hombre rudo y permitir que entre la mujer que según él ama, aunque ella a esas alturas ya lo dudaba con más fuerza. Ahora, ya con una furia interna, dudaba de la honestidad de ese hombre, incluso de su capacidad de amar. No concebía que ella estuviera tan ciega y no pudiera ver el monstruo con el que estaba compartiendo su vida y sus mejores años de juventud, ¡no podía ser! ¡qué estúpida! ¡cómo no escuchó las advertencias! ¡cómo no vio las señales desde el principio!

Así que decidida a poner un alto a ese tormento de incertidumbre, volteó hacia él y con un gesto serio, de esos que se ponen cuando uno quiere ser mirado, le dijo: "Sé que tienes algo, estoy segura, nadie te conoce mejor que yo. Dime que pasa porque esto no puede seguir asi." Sabiendo que no podía dejar de responder, decidió ser totalmente honesto con ella y compartir sus preocupaciones, al fin ella seguramente entendería. "por como están las cosas..." se sinceró, "...mucho me temo que el Barcelona no será campeón este año".