martes, 10 de noviembre de 2009

Muros

Aún recuerdo las imagenes en la televisión donde hace 20 años todos los canales se unían para transmitir en vivo la caida del Muro de Berlín, que más que una masa de concreto, se había convertido en un ejemplo de la intolerancia a las ideas y de lo infranqueable que el hombre puede ser cuando ambiciona el poder sobre los demás.

Ayer, Hillary Clinton, en un discurso corto pero demagógico, hablaba y afirmaba, con una aparente convicción, que hace 20 años el hombre cambió al caer el muro y con él las ideas comunistas. No obstante, creo que a la secretaria de Estado norteamericana, se le olvidó que ella misma votó desde su curul del senado a favor de la construcción del muro en la frotera de Estados Unidos con México. Una valla que divide no sólo los territorios sino que divide familias, esperanzas y proyectos de vida.

Y no, no es que esté a favor de la imigración libre o desmedida. Por el contrario, creo que a nuestro país le hace falta trabajar para que los mexicanos no tengamos que ir a buscar oportunidades, no de éxito sino de pura sobrevivencia, a otras latitudes. Creo que nuesto país debería ser autosuficiente y crear oportunidades de trabajo e ingresos dignos para todos. Pero también creo que los muros y los cierres de fronteras no son sino muestras de la irracionalidad, intolerancia y desapego ya no sólo a un socio comercial, sino a un pueblo entero del que el otro país ha recibido mucho también.

Peor aun es notar que esas fronteras de metal también son fronteras ideológicas y del corazón, que tan sólo alimentan el dsitanciamiento, la animadversión e incluso el odio entre los pueblos.